LA LUNA TE AMA


Había apretado tantas veces las manos como esa noche, que sus uñas casi se habían tatuado en la palma a fuerza de compactar los puños, sus dedos se habían cerrado con todas sus fuerzas, sólo para darse valor y regresar las lágrimas que terminaban de anudarse en el pescuezo.

Siempre tragaba un poco y mientras su saliva recorría de regreso su garganta, su pecho se comprimía, como si quisiera ocultar los latidos acelerados de su triste corazón; es gracioso, ese proceso le llevaba a tener siempre la frente en alto y los glúteos firmes; nadie hubiera adivinado que detrás de su figura erguida, estaba un corazón doliente al borde de la muerte.

Mientras caminaba solía cantar:

¡ta ta ta...! ¡así se cae al infierno...!

¡ta ta ta...! ¡así se muere de amor...!

¡ta ta ta! ¡nací para ir muriendo...!

¡ta ta ta...! ¡nací pa´sentir dolor...!

Luego sus pies que con pesar se habían arrastrado hasta su lugar de destino, se anclaban al piso, para permitir que sus rodillas se doblen.   Este acto de sentarse y pegar sus nalgas a una silla, era una especie de ritual al que diariamente acudía.

Ahí una vez acomodada, retiraba con su mano derecha una cortina empolvada y con mirada esperanzada, levantaba sus ojos al cielo, ese era un acto de amor, aunque no lo había notado, pues la noche no faltó a una sola cita, siempre puntual, siempre solícita, iba y la acariciaba.

Pero ella estaba tan rota, que aún sin creer en nada, sólo podía pensar: los ángeles no van al infierno, los ángeles han de volar y así dentro de mi pecho la muerte quiero anidar.

¡Oh dios de los desesperados! si alguien quiere vivir, te pido tomes mi vida, que yo no la quiero sentir.

!Oh espíritu de los vientos! llévate hasta el último hálito, no quiero vivir el infierno, ¡no quiero cargar esta cruz!

¡ta ta ta...! ¡así se cae al infierno...!

¡ta ta ta...! ¡así se muere de amor...!

¡ta ta ta! ¡nací para ir muriendo...!

¡ta ta ta...! ¡nací pa´sentir dolor...!

Pero la luna y la noche la amaban y no podían dejar que la muerte la arrebate y así en eterno combate, más de cien años aún suele cantar:

 

¡ta ta ta...! ¡así se cae al infierno...!

¡ta ta ta...! ¡así se muere de amor...!

¡ta ta ta! ¡nací para ir muriendo...!

¡ta ta ta...! ¡nací pa´sentir dolor...!

 

Relatos rotos

Sory

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