chin chin!!
Mire usted, así va la cosa,
caminé frente a sus ojos vestida de piel y alimentada por las ansias de
quererlo, usted nunca fue mío, pero tengo a bien informarle querido amigo, que
su alma jamás lució tan bonita, como lucía a través de mi retina.
Eran sus manos dos cobijas
inmensas que cubrían mi enclenque figura y abrigaban mi corazón y aunque usted jamás me quiso, fingir bien siempre lo hizo.
Señor compañero de este corto viaje llamado vida, entérese que para mí jamás
tuvo ojos, ¿cómo aquellos espejos donde me veía reluciente, podían ser sus ventanas?, creo yo y perdone que se lo diga,
¡fueron el mismo infierno! sólo así me explico verme reflejada en ellos como
poseída, envuelta en llamas, perdida y hasta muerta.
¡Brindemos hoy pues amigo de cantina!
¡Inmundo compañero de equipaje!, ni usted tuvo tanta llama, ni
yo tantas ganas de verme reflejada.
¡A su salud! ¡o a su muerte!, que para el efecto da lo mismo.
Chin chin!
Relatos de cantina
Sory
Salud por esos espejos, que algún nos mostraron lo que quisimos ver...
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